Mi diálogo con Sócrates

Y yo, su peor discípulo, no volví a encontrar palabras.

July 04, 2025
Esta es la carcel en el Ágora donde probáblemente Sócrates pasó sus últimos días. A diferencia de la cueva conocida por ese nombre en El Monte de las Musas.

Frente al Acrópolis hay una montaña donde aún hoy se puede visitar la cárcel de Sócrates. Es poco probable que el filósofo haya pasado siquiera un día allí, pero sigue siendo un lugar interesante. Hice lo de los turistas y me saqué un selfie. Seguí caminando por la colina hasta toparme con un acantilado de piedra. Una caída que me mataría sin dudas, pensé. Soñé despierto que me despeñaba y al abrir los ojos me encontraba en la cárcel de Sócrates, con el filósofo sentado frente a mí en la penumbra. Me recompuse lo mejor que pude. Sin salir de mi asombro, y con tono inseguro, empecé la conversación:

- Socrates, puedo preguntarte algo?

- Ciertamente. Es mi ejercicio favorito. - Contestó cordial.

- Para qué sirve la filosofía? - La pregunta flotó en el aire unos segundos.

- Para qué te ha servido a ti? - Respondió con otra pregunta. Típico, pensé fugazmente.

- No sé. Yo llegué aquí programando. - Y en cuanto hube terminado la frase me dieron ganas de morderme la lengua.

Nada más se dijo esa noche. El espíritu de Sócrates me miraba sonriente y se entretenía pintando en el polvo con una ramita de olivo. Y yo, su peor discípulo, no volví a encontrar palabras.

Desperté de pie, mirando la ladera de piedras, con la certeza de que, aunque sutilmente, algo me había respondido. Aún hoy no estoy seguro qué. Quizás la respuesta de Sócrates no fue "para nada", sino "para saber preguntar cómo llegaste aquí" o “pensando con tu cabeza”, hubiera podido añadir, pero él guardó silencio.

"Solo se que no se nada."
Sócrates (470 - 399 AC)

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