Capitulo I.1
LOS FILÓSOFOS DE ASIA MENOR

Los primeros filósofos eran de Mileto, en la zona de Asia Menor. Aunque se ocuparon con pasión de la naturaleza y los fenómenos físicos, no se pueden clasificar como científicos. Según Werner Jaeger: “la ciencia racional de la naturaleza nació con el mismo movimiento”[18] pero al comienzo estaba envuelta en metafísica, y esto último es lo que aquellos hombres hacían y no otra cosa. George Thomson por su parte dice que se trata de filosofía natural. No se trata de ciencia en el sentido moderno del termino, pero tampoco de filosofía si habláramos estrictamente. Se distancian sin dudas de poetas y literatos, al menos, en la concepción del mundo y los dioses. Por otra parte, en ellos se descubre ya el interés por satisfacer cierta condición que impone la reflexión: la verdad. Para los poetas en general, decir la verdad en sus obras no es imprescindible, y de hecho la simple imaginería la sustituye a menudo. Los hombres de letras satisfacen la condición de la verosimilitud, como explicaría luego Aristóteles: es preferible algo imposible pero verosímil, que algo posible pero inverosímil. El ideal de los milesios cobrará voz en Heráclito cuando dice: “no nos metamos a juzgar por verosimilitudes de las cosas máximas”[19]. Los poetas y literatos se apoyan en las concepciones del sentido común, no buscan la verdad que se oculta a la vista. Y esto último es (buscar el universo de la verdad oculto tras la apariencia) según Schopenhauer, la prueba del talento filosófico. Otra cita de Heráclito nos revela la concepción que los primeros filósofos tenían sobre la investigación: “A la naturaleza le agrada ocultarse”[20]. En el descubrimiento de la razón oculta de los fenómenos, en la búsqueda de la verdad, quedan enmarcados los primeros tanteos de la filosofía.
Hay otro aspecto que es muy importante. Estos filósofos comenzaron a desarrollar la teoría, empezaron a desarrollar la abstracción, el reino de las formas como quien dice. El contenido para llenar estas formas, ¿de donde lo obtuvieron? Pues de la mitología. Werner Jaeger nos aclara lo anterior cuando plantea: “debemos considerar la historia de la filosofía griega como el proceso de progresiva racionalización de la concepción religiosa del mundo implícita en los mitos.”[21] En efecto, uno de los méritos incuestionables de los griegos fue someter los mitos a la teoría. Con un grupo de observaciones físicas (sencillas y obtenidas a simple vista) y con la herencia mitológica de Egipto y Oriente, los griegos crearon algo totalmente nuevo. Redujeron el universo a la regularidad de las leyes, y no al capricho de los dioses. El intento de explicar de esta manera el surgimiento del universo es totalmente novedoso. Aunque el agua de Tales o el aire de Anaximandro, pueden venir de la tradición mitológica (griega o bárbara) la forma en que son usados es muy original. Como escribe George Thomson: “Han conservado la tradición por lo que respecta a su contenido, pero la han violado por lo que toca a su forma.”[22]
Hay que apuntar algo más sobre esto mismo, pues estas ideas necesitan cierta acotación. Hay en sus ideas filosóficas algo de nuevo contenido también, aunque sea en gérmenes. De la preocupación por el origen del mundo se vuelven estos hombres a los fenómenos actuales. De la pregunta original, los jonios derivan esta otra ¿de qué está hecho el mundo? Aquí nos encontramos ante una preocupación que no existe en el mundo religioso. No recuerdo ninguna religión que se ocupe de esta inquietud. Después de decir que Dios creó el mundo las preguntas de ¿con qué o de qué? son incongruentes. Se le da explicación a la creación del hombre - nos crean con barro, sangre, maíz, de acuerdo a la religión de que se trate. Con el universo ya creado se puede crear al hombre de otra cosa que seria su substancia. Algo así como polvo eres, polvo serás. Pero Dios crea al universo de la nada ¿significa esto que la nada es la substancia del mundo, o será mejor no preguntarse más sobre el asunto? Esta última ha sido siempre la opción que ha elegido la religión. Los filósofos jonios, sin embargo, trataron de explicar el proceso por el cual el mundo surge y se vuelve autorregulador. Trataron de hacerlo partiendo de la ausencia de otras fuerzas que no fueran las naturales. Dentro de estas coordenadas se necesita un algo fundamental que de lugar a la diversidad. Este principio resulta imprescindible si se renuncia a un acto de creación.
Según George Thomson el estilo retórico griego proviene de las religiones. Es muy probable que el estilo de las obras de los primeros filósofos provenga de la liturgia religiosa también. No ha quedado mucho material para probarlo, es cierto, pero en este punto viene a nuestra ayuda un pensador de la talla de Heráclito. En él es clara la influencia. “La doctrina central de su filosofía radica en lo que él llama el logos, presentado por su autor como si fuese un misterio a la manera de los legómena eleusinos y los hieroi lógoi órficos. Puede describírsele en términos modernos como el principio de la transformación de los opuestos, y nos da la clave de su estilo. Del mismo modo que su pensamiento es dialéctico, su estilo es antitético. Las palabras y las oraciones se contraponen abruptamente a fin de poner de relieve las contradicciones de las ideas que ellas comunican. (...) Este estilo, en una lengua que tiene tantas inflexiones como el griego, está necesariamente acompañado de rimas y asonancias constantes, y a éstas Heráclito añade el uso de retruécanos: característica universal del lenguaje primitivo, ideada para otorgarle un significado mágico o místico.”[23]
De los jonios (excepción hecha de Heráclito, a quien se dedicarán varias páginas más tarde) el pensador que alcanzó mayor grado de abstracción fue Anaximandro. El “apeiron” es un principio obviamente abstracto. En este sentido vale aclarar que el agua de Tales o el aire de Anaxímenes, no son materiales, hablando estrictamente. De hecho la división entre material y no material no existía. Pero si son concreto-sensibles, a diferencia del “apeiron”. Todos estos principios representaban aquello de lo que el mundo provenía, y a lo que volvía cuando desaparecía. El proceso por el cual esto sucedía era variado. Del “apeiron” se desprendían los contrarios, el aire se condensaba o rarificaba para dar lugar a otros elementos. El proceso de creación de Anaximandro semejaba un remolino, y el de Anaxímenes recuerda el proceso de la respiración. Estos filósofos no reconocían distinción tampoco entre lo natural y sobrenatural. Debido a esto, podemos afirmar que el agua, el “apeiron” y el aire eran también divinos. La capacidad de movimiento inherente a ellos y propia de lo divino en el pensamiento de la época, nos permite reforzar esta idea. “Y, de acuerdo con la tradición, el apeiron, que constantemente produce nuevos mundos para asimilarlos de nuevo, ha sido designado por el filósofo como lo divino.”[24] Esta doctrina, según la cual la materia está por sí misma viva, se denomina hilozoísmo. De acuerdo a la misma, la materia posee “animación, movimiento, sensibilidad u otro grado cualquiera de conciencia”[25]. Todos los presocráticos son hilozoístas pues “consideran ínsitas, en el principio o en los principios materiales que admiten, el alma y la sensibilidad”[26].
En las ideas de los milesios se pueden encontrar varios rasgos del pensamiento primitivo. Estos hombres se encontraban al inicio de la sociedad clasista. Al igual que la sociedad había traído de la comunidad primitiva al régimen esclavista un grupo de instituciones; la mente de los hombres aún conservaba muchos elementos que forman parte de la ideología de la comunidad primitiva. “Lo cierto es que, así como la conciencia que tiene el hombre del mundo externo ha sido formada a través del desarrollo de las relaciones sociales en la labor de producción, del mismo modo su lenguaje, en el que esa conciencia adquiere una forma material comunicable a los demás, refleja necesariamente su origen social”[27] Rastreando elementos del lenguaje se pueden identificar ideas propias del orden social anterior. Y a eso dedicaremos el párrafo siguiente. Pero antes nótese que las ideas preconcebidas de la sociedad en que vive el filósofo, influyen notablemente en su obra. Las mismas categorías que usa tienen origen social. El nivel de desarrollo alcanzado por la sociedad en que habita, es determinante para la interpretación de su pensamiento. Los problemas que aborda y el inventario teórico de que dispone, están en estrecha dependencia con el momento histórico y la sociedad en que le tocó vivir. Aunque estos hombres no vivían ya en la comunidad primitiva, siendo los primeros que se dedicaron a desarrollar la teoría, conservaron un grupo de ideas del pasado. Además a su alrededor no se ha extinguido (ni mucho menos) la tradición y las instituciones gentilicias.
Las ideas tribales a las que hago referencia son las que siguen: Todo tiene un origen común, todo el universo ha salido del caos indiferenciado. Esta idea está presente en varias de las cosmologías de la época. La encontramos en los milesios y en los físicos. Es también común a muchas religiones; de este caos primigenio los dioses distinguen la tierra, el mar, la luz, etc. de acuerdo con la mitología de que se trate. Otra idea del pensamiento tribal es que todas las cosas están en continuo movimiento. Antes ya dije que el movimiento era inherente a la materia. No había pues necesidad de buscar una “causa eficiente”; el movimiento era sinónimo de vida. De hecho este movimiento incesante, este constante devenir del cosmos, fue probablemente una de las motivaciones para el filosofar. “Todos los filósofos de la naturaleza se hallaban dominados por el prodigioso espectáculo del devenir y el perecer de las cosas cuya imagen colorida perciben los ojos humanos.”[28] Esta idea del devenir es un presupuesto de los primeros filósofos, se toma como evidente en sí mismo. Que el desarrollo proviene del conflicto de los opuestos, que el movimiento sólo puede entenderse desde este punto de vista, es otra idea del fondo tradicional de la comunidad primitiva. Y está presente en los primeros filósofos. La idea de un movimiento cíclico presente en este último filósofo, también es primitiva. Puede tener su origen en la organización de la sociedad, de acuerdo a la muda de las estaciones. O a la observación, una vez que la naturaleza se ha logrado objetivar un tanto, de los distintos procesos naturales que tienen carácter cíclico.
En todos los textos aparece esta frase de Anaximandro: “Ahí de donde deriva la generación de los seres, también se cumple su disolución, de acuerdo a una ley necesaria, pues ellos deben (así dice en su lenguaje poético) expiar recíprocamente la culpa y la pena de la injusticia en el orden del tiempo.”[29] Parece que ha sido motivo de arduas discusiones y muchas malinterpretaciones. Por mi parte me sumo a la interpretación que ofrecen los dos autores que vengo analizando. Sin lugar a dudas se trata de una proyección sobre el universo de una costumbre social. Según George Thomson se refiere a los arreglos de las disputas entre clanes. Pero la metáfora que usa Anaximandro puede entenderse de manera algo distinta. Era común en el pensamiento griego de aquellos tiempos la idea de que a todo exceso correspondía un castigo. Ese es el tema real de la Ilíada. Aquiles se encoleriza y es castigado a la postre. En Solón puede verse una idea parecida: “El juez es el tiempo. Lo conocemos por las ideas políticas de Solón. Su brazo es inexorable. Cuando uno de los contendientes ha tomado demasiado del otro, le es quitado de nuevo el exceso y dado a aquel que ha conservado poco. La idea de Solón es esta: la diké no es dependiente de los decretos de la justicia terrestre y humana; no procede de la simple intervención exterior de un decreto de la justicia divina como ocurría en la antigua religión de Hesíodo. Es inmanente al acaecer mismo en el cual se realiza en cada caso la compensación de las desigualdades. Sin embargo, su inexorabilidad es el “castigo de Zeus”, “el pago de los dioses”.”[30] Anaximandro lleva esta idea al cosmos. Este orden, esta justicia inmanente a los hechos humanos, es extendida con estos mismos atributos a la naturaleza toda, de forma que rige todos sus fenómenos, su creación y muerte incluidos. Esta idea de una sola ley que rige el mundo de los hombres y el universo, es común a varios pueblos antiguos. Por citar un ejemplo, la “rita” de los Vedas hindúes tiene el mismo contenido. Esto ocurre porque la división entre ambos mundos es aún vacilante. Desde el punto de vista teórico esto se refleja como ausencia de una rama del saber que se dedique al mundo humano, no se hace distinción en el saber entre fenómenos morales y naturales. Esta división según algunos autores nunca se realizó del todo en la filosofía india. En Anaximandro esta norma universal tiene sentido religioso, funciona como justificación del mundo también. Es aquí donde se encuentra el inicio de una conceptualización del termino cosmos (“una comunidad de las cosas sujetas a orden y justicia”[31]) y de la sustancia como algo imperecedero y divino en el fondo de la fugacidad del devenir. Hay que destacar lo siguiente: “(...) recuerda la justicia del mundo de Anaximandro que el concepto griego de causa, fundamental para el nuevo pensamiento, coincidía originariamente con el concepto de culpa y fue transportado de la imputación jurídica a la causalidad física. Este tránsito espiritual se halla en conexión con la transposición análoga de los conceptos de cosmos, diké y tisis, originarios de la vida jurídica, al acaecer natural”[32] Es que las ideas morales están fundidas con la ontología. En el centro de esta ultima, como justificación del cosmos, nos encontramos con una ley moral que prohibe los excesos y es válida para la naturaleza y el hombre.
Heráclito pertenece, por la naturaleza de su sistema filosófico, a la escuela jónica. Cronológicamente es posterior a algunas de las escuelas que tratamos en el siguiente epígrafe. Conviene tener esto en mente cuando se aborde su doctrina.
Heráclito pertenecía a la nobleza, descendía de una familia de reyes sacerdotes - lo cual tuvo importancia en el estilo de sus escritos, como antes se aclaró. Se oponía al ideal democrático y en consecuencia estaba en contra de su ideología. Los ideólogos más evidentes de este régimen, en el campo filosófico, eran los pitagóricos, y por tanto, contra ellos dirige muchos de sus dardos Heráclito. “Puesto que se oponía a la democracia, pudo discernir más rápidamente sus contradicciones internas, por las que estaba destinada a perecer, y percibir la verdad de que sólo el conflicto, el movimiento y el cambio son absolutos.”[33] Este pensador desafía la idea de la armonía pitagórica, en vez de esto postula la lucha eterna entre los opuestos. Esta lucha y la tensión correspondiente, son lo que mantiene unido y animado al mundo. Su posición, que rechaza la armonía como una fusión de los opuestos en el centro, se explica a través de su situación de clase. Hasta desde el punto de vista psicológico puede interpretarse este rechazo: ¿A qué noble convendría unirse a los plebeyos? Además, esta ideología democrática destruye los privilegios políticos de los terratenientes, al poner en manos de la multitud las decisiones del Estado; esto se refleja, como se explicará luego, en la armonía y fusión de los opuestos. La lucha de los opuestos, lucha eterna y constante, es la idea que mejor se aviene a su posición de clase.
Vale decir que Heráclito caló muy profundo en su sociedad. Pues llegó a ver que los esclavos y hombres libres eran un par de opuestos de vital importancia, como se desprende de sus propias palabras. Al hablar del combate como el rey de todas las cosas, sólo menciona dos pares de opuestos: hombres-dioses y libres-esclavos. Heráclito era oscuro ya para sus contemporáneos; en la actualidad la interpretación se dificulta aún más. Nos cuesta saber qué tanto avanzó en este sentido, pero de seguro comprendió que sólo la lucha y represión constante de los esclavos por los dueños, podría mantener estable el mundo tal como él lo conocía. Y de esta lucha emerge la justicia “Esta perpetua lucha de los opuestos, sin la cual el mundo no puede existir, no es una injusticia, como Anaximandro había dicho, sino justicia”[34] No quisiera ir demasiado lejos en mis suposiciones, pero me atrevo a decir que esta ley (o sea, la ley de la transformación de cada elemento en su opuesto) que rige sobre todo el universo, justifica la esclavitud. Si la lucha entre los opuestos es “padre de todas las cosas” y el mundo la necesita para mantenerse animado, y de ella emana, o en ella se encuentra la justicia, siendo opuestos los hombres esclavos y los hombres libres: se deduce que Heráclito encuentra natural y justa la esclavitud.
Otro punto en el que el filósofo de Efeso criticaba a los pitagóricos era en lo referente al dualismo. La teoría de Heráclito fue, según George Thomson, la máxima expresión del monismo materialista, y fue construida en oposición consciente al dualismo de aquéllos. Una de las ideas de la mentalidad primitiva es la unión de opuestos. Este es un principio implícito que Heráclito expresó. Sobre este elemento o forma de razonar, se elevan las tesis más brillantes de este pensador. Por ejemplo, la idea de la unidad orgánica entre mente y materia. Como dice Werner Jaeger el “proceso de la vida humana se concibe como una biología que abarca, en una unidad compleja y peculiar, lo espiritual y lo físico como hemisferios de un solo ser.”[35] Esta original forma de razonamiento es la base del logos y forma parte del mismo. Pero antes de llegar al logos, trabemos contacto con otro aspecto de su doctrina.
La sustancia primaria que Heráclito propone es el fuego. Este no es la llama que el hombre ve diariamente, en cierto sentido el fuego de este filósofo es tan sólo una metáfora para “lo vivo, lo inteligente, lo divino”. El fuego de Heráclito es una suerte de animal mitológico. Este elemento primario difiere de los principios de los otros pensadores jonios en que no es primero en el tiempo, no es ente original del cual se deriva el mundo. El cosmos, como lo ve Heráclito, es eterno y ha existido siempre. Aquí el filósofo se separa de la tradición, que asumiendo una idea tribal trata de explicar el surgimiento del mundo y propone un mundo intemporal. El fuego simboliza la ley del cambio perpetuo y la lucha de los opuestos - realmente la imagen es muy sugerente desde el punto de vista poético. Este fuego se transforma en otros elementos (agua, tierra, aire). Ese ciclo autorregulador que preside el fuego, es un reflejo de la economía basada en la producción de mercancías. “En su cosmología, el fuego guarda la misma relación con las otras formas de la materia, que el dinero con las mercancías: se les ha abstraído para que sirvan de equivalente universal.”[36]
Las traducciones de la palabra “logos” pueden ser “disertación”, “causa” o “razón”. La interpretación que acepto en este trabajo, identifica la palabra logos con el conocimiento de la ley que rige el universo. “No es una ley histórica, ni una ley de evolución; al contrario, es algo intemporal, de la misma manera que el mundo en el cual opera es eterno, aunque sujeto a eterno cambio. Tampoco es una ley natural en el sentido de excluir lo sobrenatural o divino; más bien está identificada con lo divino, en cuanto es una abstracción inmaterial que representa todo lo que es general y absoluto en el universo, en oposición a todo lo que es particular y relativo”[37] Este conocimiento está muy ligado a la práctica, como nos dice el propio filósofo casi al principio de su libro, pues de éste (o sea, del conocimiento del logos) se deriva la acción. El hombre debe conocerla, y actuar de acuerdo con esa ley. El que ha oído y entendido al logos, posee una sabiduría que lo aleja tanto del hombre común, como lo está un hombre despierto de otro dormido.
Heráclito conserva intacto el devenir, el constante cambio del universo. Aquí está el punto de partida de toda la filosofía jónica, y Heráclito no renuncia a este principio, todo nace y todo muere eventualmente. El constante devenir de todo, la unión de los opuestos y el contante batallar de los mismos: estas parecen ser las verdades más generales que enseñaba. Es asombroso lo cerca que estaba de la dialéctica este pensador. ¿Cómo se explica esto? La respuesta que nos da George Thomson es que la mentalidad primitiva (me refiero a la tribal, la de la comunidad primitiva) es espontáneamente dialéctica. La teoría y la práctica se hallan unidas, pero a un nivel muy bajo de desarrollo. Con la evolución de la sociedad se logra elevar el nivel teórico y se expresan las ideas de la dialéctica de manera conceptual. Pero ocurre algo irónico. A medida que el nivel teórico se eleva, la mentalidad primitiva y la dialéctica espontánea desaparecen progresivamente. En Heráclito ya hay elementos que no son nada dialécticos, como el universo eterno, por ejemplo. Heráclito forma parte del tránsito de la dialéctica espontánea a la metafísica, tránsito que George Thomson llama también hacia la “razón pura”. La teoría se divorcia progresivamente de la práctica debido a la posición social de los propios filósofos. Gana en cambio mucho vuelo teórico. La coherencia conceptual aumenta, y en el mismo Heráclito vemos un sistema de ideas que supera con mucho al de sus predecesores.
A pesar de las diferencias y críticas a Pitágoras, hay influencia de su escuela en Heráclito. Este último organizó también a sus alumnos en una secta, aunque no logró que tuviera igual importancia política que la pitagórica. Pero el rasgo más importante, la deuda más seria que existe entre ambos, se refiere al alma. Más adelante se hará mención del orfismo en este trabajo; ahora debemos resaltar que esta religión, a través de la escuela pitagórica, tiene influencia en la filosofía jónica. Como escribe George Thomson: “a diferencia de sus predecesores de Mileto, se interesa enormemente en el bienestar del alma, y busca en la estructura del universo una guía de conducta para la vida”[38] Con este pensador el hombre hace su entrada en la naturaleza, en el marco del movimiento filosófico del Asia Menor. El conocimiento que él enseña, la verdad de las leyes de la naturaleza y las divinas, proviene del alma humana. Este saber se aplica a las acciones del hombre, le enseña a vivir rectamente, o de acuerdo a la naturaleza, precisamente porque tiene su asiento en el alma del hombre. El hombre es el centro del universo: “el corazón humano constituye el centro sentimental y apasionado en que convergen los radios de todas las fuerzas de la naturaleza”[39] Heráclito inaugura una nueva forma o método de conocimiento. Después de su obra, cuenta el filósofo con la introspección en su arsenal, que hasta entonces no había sido estimada en todo su valor: “(...) el conocimiento del Ser se halla en íntima conexión y dependencia con la intelección del orden de los valores y de la orientación de la vida y con plena conciencia incluye el primero en la segunda”[40] El hombre se halla sometido a las leyes del cosmos, se halla sometido a las fuerzas que mueven al mundo. En su alma, no obstante la fugacidad y debilidad del cuerpo, se halla la ley divina que rige a este todo. El hombre puede conocerla y participar de esa sagrada sabiduría. En voz de Heráclito: “Me busqué y me rebusqué a mí mismo.”[41] Y otra frase que ya antes cité: “En la mano de todo hombre está conocerse a sí mismo y ser sensato”[42] Toda su filosofía brota de esa fuente: de su propia alma.
La unión entre el hombre y el cosmos se hace estrecha, como se afirmó en las páginas anteriores. Es por ello que en las máximas de contenido moral, Heráclito utiliza la misma forma de razonar que para el cosmos. Si sobre éste lanza las miradas de su dialéctica ingenua, lo mismo hace con el universo del hombre. Por esta razón escribe “Y uno son bien y mal.”[43] Así como en otro lugar afirma: “La enfermedad vuelve agradable a la salud, el mal al bien, el hambre a la saciedad y el cansancio al descanso.”[44] Heráclito llevó sus concepciones teóricas hasta el extremo. Hay que ser un filósofo muy consecuente y con una honestidad intelectual intachable, para deducir estas implicaciones de los postulados dialécticos. “Se unen: completo, e incompleto, consonante-disonante, unísono-dísono, y de todos se hace uno, y de uno se hacen todos.”[45] A la luz de esta frase podemos interpretar en el mismo sentido esta otra: “Si se escucha no a mí, sino a Cuenta-y-Razón, habrá que convenir, como puesto en razón, en que las cosas son una”[46] Heráclito, como ya se dijo antes, proviene de una familia de la nobleza. Esta posición de clase lo hacía defender el pensamiento implícito en las viejas tradiciones tribales: “la concepción de la sociedad preclasista es, intuitivamente, dialéctica y materialista”[47] Los fragmentos que se conservan de su texto, nos permiten apreciar que, pese a no abandonar el espíritu de la tradición, se desarrolla notablemente la forma en que se elabora el contenido de la ideología tribal.
He aquí qué pensaba este filósofo sobre la sabiduría: “Pensar es la máxima de las virtudes; y la sabiduría consiste en decir la verdad y en que los que la entienden obren según naturaleza.”[48] Como se puede ver, muy alto pone al filósofo este pensador. Usando una de las comparaciones favoritas de Heráclito, la diferencia entre la sabiduría y la ignorancia, es tanta como la que hay entre un hombre despierto y otro dormido. Esta frase expresa toda la devoción que sentía por la reflexión, pero también afirma el conocimiento en un nuevo plano. Las virtudes guerreras, propias de la clase noble, ceden su puesto ante la sabiduría. Esta idea tomará aires universales en la Atenas del siglo V ane. Heráclito se puede considerar precursor de Sócrates en tres sentidos. Por un lado el filósofo de Efeso habla del auto-conocimiento y su relación con la filosofía. Del alma ensimismada brota toda la sabiduría, como se explicó más arriba. Otro aspecto es el que venimos tratando en este párrafo. Las virtudes del guerrero, el valor y la habilidad marcial, le dejan el lugar preeminente a la capacidad política y a la sabiduría. De ésta, el pensador escribe: “En una sola cosa consiste la Sabiduría: en conocer conciencia a la Mente que a todas las cosas y en todo las gobierna.”[49] La sabiduría requiere de los conocimientos más variados, como atestigua lo siguiente: “Es menester que los amantes- de la- sabiduría estén mucho y bien instruidos en multitud de cosas.”[50] Pero no se reduce a estos conocimientos. Pues algunos hombres han poseído vasta erudición y han sido ignorantes de lo fundamental. “La erudición en muchas cosas no enseña a entender ninguna, que, en caso contrario, hubiera enseñado a Hesíodo y a Pitágoras, a Jenófanes y a Hecateo.”[51] No obstante el hombre no puede alcanzar la sabiduría máxima: “82-El más bello de los monos es feo, al compararlo con la raza de los humanos. 83-El más sabio de entre los hombres parece, respecto de Dios, mono en sabiduría, en belleza y en todo lo demás.”[52] Ésta pertenece a Dios. Y esta es la tercera idea que lo hace antecedente de Sócrates, pues este último tenía, como luego veremos, una opinión parecida.
Hay también en los fragmentos que del filósofo nos quedan una crítica ácida a las costumbres y moral de sus contemporáneos. Voy a empezar comentando una frase algo enigmática: “La moral hace para el hombre de demonio.”[53] Y digo “enigmática” pues en dependencia del significado que se de a la palabra demonio cambia todo el sentido de frase. Si se acepta con un matiz negativo (como el que actualmente tiene) puede entenderse del texto que la moral fustiga al hombre. Le prohibe seguir sus deseos y lo reprime. Ahora bien, la frase significa algo completamente distinto si la palabra “demonio” se acepta en el mismo sentido en que Sócrates la usaba. Entonces vendría a ser como la conciencia, la voz que te dice lo que debes hacer y lo que no. La diferencia reside en que en el primer caso, no importa si el hombre se somete de buen grado o no a la moral, en el segundo, se está frente a la autorregulación moral, aunque en germen. Sucede que no sabemos si Heráclito hablaba de la moral en su acepción individual o de forma general. Yo personalmente me inclino a la segunda interpretación. En otro lugar critica el hedonismo: “Si la felicidad consiste en los deleites corporales habría que llamar felices a los bueyes cuando encuentran arvejas que comer.”[54] Pero afortunadamente, éste no es el único ideal que existe: “Los mejores prefieren una cosa sobre todas: en vez de lo perecedero, fama sempiterna. Mientras que los más se sacian como animales”[55] Los hombres comunes salen muy mal parados en ese fragmento; así como en el siguiente: “No les iría mejor a los hombres si cosa que quieren, cosa que obtienen.”[56] Pues los deseos insensatos no contribuyen a la felicidad. La vida en general es despreciada en este otro fragmento: “Una vez nacidos, buscan vivir y cáeles en suerte el penar; mejor fuera descansar en paz. Y dejan tras sí hijos con el mismo lote de penas.”[57] Este ideal ascético concuerda con la vida del sabio dedicada a los estudios. La crítica a las costumbres es muy directa en este otro: “Si la procesión no fuese en honor a Baco y en honor suyo el canto fálico, serían tales actos una vergüenza; más uno y el mismo son Hades y Baco, y por él enloquecen y a él festejan en los lagares”[58] Diógenes Laercio nos trasmite una carta de Heráclito que tiene interés para comprender su credo moral: “Cuantos viven en estos tiempos huyen de la verdad y de practicar lo justo, dándose todos a la insaciabilidad y vanagloria, por falta de juicio; más yo, por cuanto doy al olvido toda injuria, y declino el fastidio de toda familiar envidia: asimismo, porque huyo de la vanidad y fasto, no pasaré a Persia, contentándome con mi cortedad, que es lo que me acomoda.”[59] Otra frase: “Más presto hay que apagar incendio de ira que incendio de fuego.”[60], nos vuelve a enfrentar con la misma actitud contemplativa y ascética del sabio. Esta idea se tratará más adelante con Demócrito a profundidad.
A diferencia de Pitágoras, no quiso gobernar, como nos trasmite Diógenes Laercio: “Como le pidiesen que les pusiese leyes, lo omitió por causa de que la ciudad estaba ya depravadísima en las costumbres y mal gobierno, y retirándose al templo de Diana, jugaba a los dados con los muchachos. A los efesinos que estaban a su alrededor les dijo: “¿Qué os admiráis, perversos? ¿no es mejor hacer esto que gobernar la república con vosotros?”[61] Se aparta del gobierno democrático. Sobre las leyes nos han quedado dos frases. La primera: “Como muro ha de defender el pueblo la ley.”[62] es una metáfora común en la antigüedad. Quizá este pensador fue su inventor. Esta frase por si sola podría confundirse, o emplearse en la ideología de los demócratas, pero sabemos que esta no era la posición de Heráclito. En otro lugar se lee: “También se llama Ley el someterse a la voluntad de uno.”[63] Está diciendo que el tirano impone su voluntad como ley. O sea, que la ley surge de la fuerza. Deducir mucho de este fragmento es peligroso, pero lo antes dicho se aviene con la posición política que un noble debió tener.
Con esto cerramos el análisis de los fragmentos de Heráclito. No es un estudio exhaustivo de los mismos, sino tan sólo se trata de una selección hecha usando como criterio la presencia del contenido moral. Es lícito suponer además, que en las lagunas que hay entre estos fragmentos, en los pedazos perdidos del libro, había muchas otras sentencias de carácter moral. Espero que esta revisión muestre que el pensamiento de este filósofo tuvo un componente ético notable.
"Ningún hombre pisa dos veces el mismo río, porque no es el mismo río y él no es el mismo hombre."
Heráclito de Éfeso (535 - 480 AC)
[18] Jaeger, Werner, "Paideia los Ideales de la Cultura Griega", La Habana 1971. Pag. 155.
[19] Buch Sánchez, Rita María, "Antología de Historia de la Filosofía”, La Habana 1985. Pag. 60.
[20] Ibídem. Pag. 66.
[21] Jaeger, Werner, "Paideia los Ideales de la Cultura Griega", La Habana 1971. Pag. 151.
[22] Thomson, George, "Los Primeros Filósofos", Edit. Edición Revolucionaria, Instituto del Libro, La Habana 1968. Pag. 186.
[23] Thomson, George, "Los Primeros Filósofos", Edit. Edición Revolucionaria, Instituto del Libro, La Habana 1968. Pag 156.
[24] Jaeger, Werner, "Paideia los Ideales de la Cultura Griega", La Habana 1971.Pag. 158
[25] Esta definición fue tomada del Diccionario de Filosofía de Nicolas Abbagnano.
[26] Ver. Hilozoísmo en la misma fuente.
[27] Thomson, George, "Los Primeros Filósofos", Edit. Edición Revolucionaria, Instituto del Libro, La Habana 1968. Pag. 190
[28] Jaeger, Werner, "Paideia los Ideales de la Cultura Griega", La Habana 1971. Pag. 157
[29] Buch Sánchez, Rita María, "Antología de Historia de la Filosofía”, La Habana 1985. Pag. 49
[30] Jaeger, Werner, "Paideia los Ideales de la Cultura Griega", La Habana 1971. Pag. 158.
[31] Ibídem. Pag. 159.
[32] Ibídem. Pag. 160.
[33] Thomson, George, "Los Primeros Filósofos", Edit. Edición Revolucionaria, Instituto del Libro, La Habana 1968. Pag. 339.
[34] Ibídem. Pag. 335.
[35] Jaeger, Werner, "Paideia los Ideales de la Cultura Griega", La Habana 1971. Pag. 179.
[36] Thomson, George, "Los Primeros Filósofos", Edit. Edición Revolucionaria, Instituto del Libro, La Habana 1968. Pag. 339.
[37] Ibídem Pag. 330.
[38] Ibídem. Pag. 327.
[39] Jaeger, Werner, "Paideia los Ideales de la Cultura Griega", La Habana 1971. Pag. 176.
[40] Ibídem. Pag. 177.
[41] Buch Sánchez, Rita María, "Antología de Historia de la Filosofía”, La Habana, 1985. Pag. 64.
[42] Ibídem. Pag. 65.
[43] Ibídem. Pag. 65.
[44] Ibídem. Pag. 65.
[45] Ibídem. Pag. 57.
[46] Ibídem. Pag. 60.
[47] Thomson, George, "Los Primeros Filósofos", Edit. Edición Revolucionaria, Instituto del Libro, La Habana 1968. Pag. 338.
[48] Buch Sánchez, Rita María, "Antología de Historia de la Filosofía”, La Habana, 1985. Pag. 65.
[49] Ibídem. Pag. 59.
[50] Ibídem. Pag. 59.
[51] Ibídem. Pag. 59.
[52] Ibídem. Pag. 63.
[53] Ibídem. Pag. 66.
[54] Ibídem. Pag. 56.
[55] Ibídem. Pag. 58.
[56] Ibídem. Pag. 65.
[57] Ibídem. Pag. 58.
[58] Ibídem. Pag. 57.
[59] Laercio, Diógenes, "Vidas de los Filósofos más Ilustres", La Habana 1990. Pag. 228.
[60] Buch Sánchez, Rita María, "Antología de Historia de la Filosofía”, La Habana, 1985. Pag. 59.
[61] Laercio, Diógenes, "Vidas de los Filósofos más Ilustres", La Habana 1990. Pag. 225.
[62] Buch Sánchez, Rita María, "Antología de Historia de la Filosofía”, La Habana, 1985. Pag. 60.
[63] Ibídem. Pag. 59.