Capitulo II.12
POSICIÓN POLÍTICA

La enseñanza de Sócrates tenía sin dudas un carácter político. De otra manera no hubiera tenido un solo acompañante en la Atenas de su tiempo. Incluso algunos autores afirman que la política era la meta final a la que se dirigía toda su enseñanza. “Nuestras fuentes no dejan la menor duda de que éste era el verdadero camino socrático, y la meta a la que se entregaba la pasión de Sócrates, esta virtud política precisamente”[197] Esta opinión no carece de fundamento. En aquellos tiempos había una fuerte lucha ideológica entre la aristocracia y los representantes de las clases más bajas. Sócrates, como hombre inmerso en su tiempo, no pudo ser ajeno a esta situación. Jenofonte debe defenderlo de una dura acusación: “Cricias y Alcibíades, que fueron un tiempo acompañantes de Sócrates, causaron ambos al estado males incontables; que Cricias, de todos los de la oligarquía, resultó ser el más rapaz y el más violento y sanguinario, como fue Alcibíades de todos los de la democracia, el más intemperante y el más descomedido y más violento”[198] La respuesta de Jenofonte apenas interesa. Lo que me interesa apuntar es que, en efecto, varios acompañantes de Sócrates dejaron huellas en la historia por su actividad política. En cuanto a sus discípulos directos, al menos dos dejaron obras políticas: Antístenes y Platón.
¿Cuál sería el tono de esa enseñanza? Sócrates se tiene por un amigo del pueblo, según lo describe Jenofonte en el primer libro de sus Memorias: “Que estos versos los interpretaba en el sentido de que el poeta aprobaba el dar palos a la gente del pueblo y a los pobres. Pero Sócrates no decía eso; como que eso, además, vendría a ser opinar que se le debía apalear a él mismo. (...) Y a bien que Sócrates por su parte, bien al contrario de todo eso, notorio es lo popular y humano que era.”[199] Pero también se le acusaba de elegir pasajes homéricos con tendenciosidad, para hacer a sus acompañantes “malhechores y tiránicos”. Estos pasajes eran sospechosos porque hablaban de nobles y reyes. En cierta ocasión se opuso a condenar a ciertos generales en contra del deseo de las masas. Lo que he entendido del caso, es que las masas querían imponer su voluntad violando las leyes, y Sócrates se resistió desde su cargo oficial. Con esto declaraba defectuoso el principio mismo de la democracia, según el cual el demos tenía todo el poder. Este acto de valor exquisito puede unirse a sus críticas en la Apología de Platón. Allí dice, parafraseándolo, que nadie puede defender la justicia frente a una masa y seguir vivo. Lo que parece derivarse de lo anterior, es que su posición frente a la democracia probablemente era crítica.
Sócrates no podía estar de acuerdo en que las masas decidieran en el gobierno de la polis. Su enseñanza establecía que se necesitaba tener algún conocimiento superior de la verdad y la justicia para poder gobernar. Este conocimiento sólo podía ser alcanzado por unos pocos individuos. Había que nacer con el don, con la grandeza necesaria en el alma. Cuando en la República Platón habla de unir para la reproducción a los mejores jóvenes, en mi opinión no se aleja demasiado de las ideas del maestro, a pesar del tiempo que ha pasado y del desarrollo del pensamiento del alumno. Es probable que en el pensamiento de Sócrates sólo los hijos de padres noble tendrían derecho a gobernar, debido a que la virtud necesaria se hereda como la buena raza en los animales. El problema de cómo se debe gobernar se aborda en el Alcibíades platónico. No hace falta recalcar que Alcibíades era un joven noble, y estaba llamado, tanto por la cuna como por su temperamento, a jugar un distinguido papel en la lid política. Sócrates afirma en la obra, que el gobierno de los hombres debe estar regido estrictamente por la justicia. Luego dice que un buen gobierno debe, además de administrar justicia, preocuparse por hacer mejores a los ciudadanos, lo que supone una reforma moral y al mismo tiempo un conocimiento de la virtud. Aquí radica la diferencia entre pastorear un rebaño de ovejas y gobernar a los hombres. En el primero de los casos, sólo importa el bien del pastor, mientras que en el segundo, lo importante es el bien de los gobernados.
Su actividad política no fue mucha, pero fue lo suficientemente desacertada (a los ojos de sus contemporáneos) como para necesitar excusa en el juicio. Se trajo entonces a relucir su valor y firmeza como soldado. No obstante, podemos decir que su verdadera actividad política no se desarrolló en la Asamblea. Su labor silenciosa y casi inadvertida durante años con los jóvenes fue su verdadera acción política. En las charlas que con éstos sostenía se abordaba la crítica política: “Jenofonte nos informa que Sócrates discutía con sus discípulos cuestiones de técnica política de todas clases: la diferencia entre los tipos de constituciones, la formación de instituciones y leyes políticas, los objetivos de la actividad de un estadista y la mejor preparación para ella, el valor de la concordia política y el ideal de la legitimidad como la más alta virtud del ciudadano”[200] Sócrates no hablaba, ciertamente, como los demagogos, sino a despecho de la opinión popular. En este sentido, realiza la siguiente comparación: aquellos son como los cocineros, que por dar placer al paladar estropean el estómago; él era como los médicos, quería curar la polis, aunque la hiciera tragar horribles pócimas.
Sin embargo, hay que considerar que Sócrates no era guiado por consideraciones de “partido”. Él creía genuinamente en su ideal de justicia y por ello criticaba la democracia. Por eso también criticó los excesos de los treinta tiranos. Es digno de notar que la democracia no fue más agresiva con el filósofo, que aquellos que deberían haber sido sus aliados. Hay una escena en las Memorias de Jenofonte donde Cricias, quien fue discípulo de Sócrates y era en ese momento gobernante supremo de Atenas, cita a su profesor para prohibirle que continúe su enseñanza. Incluso lo amenaza de muerte de manera tácita
Según algunos autores, su crítica tenía como fin la regeneración del estado ateniense. La decadencia durante, y sobre todo después, de la guerra del Peloponeso, era evidente. Pero desgraciadamente sólo podían verlo como un enemigo del Estado. “Su crítica de una polis degenerada tenía que interpretarse como una conducta hostil al estado, sin ver que en realidad se esforzaba por reconstruirlo.”[201] Para un griego contemporáneo con Sócrates, la división actual entre sociedad política y sociedad civil, no podía parecerle sino artificial. Esto se ve en el sentido mismo de la palabra polis: “que expresa plásticamente el conjunto pletórico de vida de la existencia humana colectiva y la existencia individual enmarcada dentro de aquella, en su estructura orgánica”[202]. Toda la vida del hombre griego y su moral, eran políticas. La separación entre política y ética no existían. La vida individual y su bien, estaban enteramente mezclados con el bien del conjunto social. Por eso la preocupación por una virtud en apariencia privada, como la prudencia, no podía terminar más que en una discusión sobre el Estado y quienes debían gobernarlo.
Sócrates murió a los 70 años en el 399 ane, lo que sitúa su nacimiento por el 469 aproximadamente. La infancia y juventud de Sócrates transcurrieron en el momento de mayor poder de la ciudad. Su obra como filósofo, no debe haber empezado sino hasta su madurez. Se sabe que a los 45 años era un intelectual de renombre; en el 423 ane, fecha que tiene la comedia Las Nubes, era plausible tomarlo como representante importante del movimiento intelectual. Digamos que sobre el 440 o 430 ane aproximadamente, empezó a hacerse notar. Ya en este momento, en su polis estaba empezando a gestarse el largo proceso de la decadencia. Como lo expresa Werner Jaeger: “La Atenas de Pericles, que, como dominadora de un poderoso imperio, se ve inundada por influencias de toda clase y procedencia, se halla, a pesar de su brillante dominio en todos los campos del arte y de la vida, en peligro de perder el terreno firme bajo sus pies. Todos los valores heredados se esfuman en un abrir y cerrar de ojos al soplo de una superafanosa locuacidad. Es entonces cuando aparece Sócrates, como el Solón del mundo moral. Pues es en el campo de la moral donde se ven socavados en estos instantes el estado y la sociedad”[203]. La posición de un hombre que vio a Atenas en toda su gloria durante la juventud, no podía ser más que crítica. No debe extrañarnos tampoco que en el Critón platónico las leyes aparezcan frente a Sócrates para disuadirle de huir. Aquí no sólo vemos el valor estoico (permítaseme la anacrónica referencia) sino el espíritu que inundaba a Atenas en su juventud. Pero la gloria de Atenas era cosa pasada cuando Sócrates enfrenta su destino. Nada puede hacer para reorganizar el estado, y debe, en cambio, morir en sus manos.
"De reyes es el oír males habiendo hecho bienes."
Antístenes (446 - 366 AC)
[197] Jaeger, Werner, "Paideia los Ideales de la Cultura Griega", La Habana 1971. Pag. 440.
[198] Jenofonte, "Memorias de Socrates", Madrid 1967. Pag. 30.
[199] Ibídem. Pag. 42.
[200] Jaeger, Werner, "Paideia los Ideales de la Cultura Griega", La Habana 1971. Pag. 427.
[201] Ibídem. Pag. 454.
[202] Ibídem Pag. 441.
[203] Ibídem. Pag. 404.