Capitulo II.5
LA FILOSOFÍA COMO FORMA DE VIDA

Era opinión corriente de sus discípulos, que la filosofía de su maestro no podía separarse de su persona. Este sabio atrajo sobre sí la atención de los jóvenes e intelectuales más distinguidos de Atenas, y se aseguró en muchos casos afecto y apoyo apasionados. Su efectividad como filósofo y gran parte de la leyenda socrática, se deben tanto a su interesante y fuerte personalidad, como a la brillantez de su mente. Sócrates, más que ningún otro hombre, merece que se le comprenda en su vida cotidiana, en su actuar común. Pues este hombre filosofaba con sus amigos a todas horas, y su método, así como los temas, estaban estrechamente unidos a la vida que lo rodeaba. “El motivo del diálogo socrático es la voluntad de llegar con otros hombres a una inteligencia que todos deben acatar acerca del tema que encierra para todos un interés infinito: el de los valores supremos de la vida.”[165] Esto es correcto, pero de seguro también discutían las novedades políticas y sociales, precisamente donde aquellos valores cobraban un sentido directo. Sócrates se encontraba tan preocupado por el hombre en abstracto, como por el que frente a sí se encontraba. Sólo así podría explicarse su inclinación por la medicina, y todo lo que esto implica en el trato con sus amigos. Si esto se pierde de vista es muy difícil entenderlo en su realidad viva, pues queda entonces reducido a un espectro, a un ideal inalcanzable, o una abstracción hipostasiada.
Su actuar no puede reducirse con facilidad a los términos modernos. Él afirmaba que se dedicaba a la filosofía, y lo hace con el juramento de no abandonarla nunca mientras viva (Apología de Paltón). Pero lo que él denominaba filosofía, no puede entenderse usando el significado que el término ha llegado a tener después de largos siglos. Werner Jaeger nos da una definición del mismo que podemos usar: “el de un método del pensar conceptual o el de un cuerpo o doctrina formado por tesis teóricas y susceptible de ser separado de la persona que lo ha construido.”[166] No en balde, él nunca construyó un sistema terminado, o escribió libros como habían hecho sus predecesores; pues el fin que perseguía no era “hacer filosofía”, en el sentido moderno de esta frase. A menudo se ignora que una parte notable de los testimonios que Jenofonte nos legó, tienen carácter práctico, lo que indica que la sabiduría de corte popular estaba presente en sus charlas. Esto es perfectamente lógico. Si se quiere mantener la atención de un grupo de jóvenes reunidos en un gimnasio, no se puede constantemente hablar de enmarañadas definiciones conceptuales. Los diálogos de Platón son verdaderas joyas, y aunque no sepamos con certeza, cuál era el nivel medio de las charlas que Sócrates sostenía, me siento inclinado a creer que son obras donde la ficción está presente y se mezcla con la realidad. Esos interlocutores no parecen del todo reales, están demasiado estilizados. Esto no quiere decir que los testimonios de Jenofonte sean los únicos verdaderos. Si Sócrates fue sólo lo que éste nos dice (como ya se afirmó antes) cuesta trabajo imaginar de dónde salió Platón, y por qué trascendió el primero.
Mi opinión es que la doctrina de este hombre estaba estrechamente ligada a su época, y que no puede separarse de su vida individual, hasta el punto de que el golpe que lo lanzó a la fama es precisamente su muerte. Si Sócrates no hubiera tenido un final tan poético, quizás no hubiera trascendido más que como cualquier otro filósofo cosmológico. Su figura sería opacada por Platón, y el “problema socrático” carecería de sentido. Su muerte fue sin dudas un reflejo de la forma en que vivió. Una anécdota, algo metafórica, nos cuenta que el día de su muerte un discípulo le trajo un vestido nuevo. Sócrates le dijo que si el que poseía le había servido para la vida, también le serviría para la muerte. En mi opinión, un hombre que prefirió morir a traicionar sus ideas, nos está diciendo que éstas eran algo más que simple teoría para él. Nos dice que existía un vínculo indisoluble entre éstas y su propia vida. Por lo tanto, considero imprescindible analizar la filosofía de Sócrates en correspondencia con su forma de vida... y de muerte.
"El destino guía a los dispuestos y arrastra a los renuentes."
Cleantes de Aso (330 a 300 - 232 AC)
[165] Ibídem Pag. 443.
[166] Ibídem. Pag. 413.