Capitulo II
SÓCRATES

Hagamos ante todo una descripción del escenario donde nuestros actores habrán de desenvolverse: el siglo V ane en Atenas. En el año 510 ane se derribó la tiranía en Atenas, con ayuda de Esparta, y tras los dos años de guerra civil que siguieron se implantó la democracia esclavista. A pesar de la victoria del demos, no hay que pensar que las fuerzas opositoras se encontraran acabadas, ni mucho menos, por el año 508 ane. Todo el siglo V ane fue de virulenta lucha política. Alrededor del año 500 ane, estalló una revuelta en el Asia Menor. Los griegos de esa zona trataron de liberarse de la opresión de los persas y pidieron ayuda a sus hermanos de la península. Apenas unas veinticinco naves llegaron, la mayoría de Atenas. No obstante, les costó diez años a los persas sofocar la resistencia. Después de esto lanzaron dos masivas invasiones contra Grecia; la primera en 490 ane la lanzó Darío, y la segunda en el 480 ane, su sucesor Jerjes. A pesar de que los Espartanos probaron que podían resistir y vencer, las batallas decisivas las libró el demos ateniense: Maratón y Salamina. En esta última batalla, el papel de la flota fue muy importante, y a partir de entonces el poderío de esa polis se basó en el dominio del mar.
Era cosa incuestionable que los persas volverían a la carga, por lo que la prudencia más elemental recomendaba formar una alianza. Así se conformó la liga delia, cuya dirección se le otorgó a Atenas. A esta liga pertenecían más de 150 estados de diversos tamaños, que aportaban naves y dinero. A partir del 454 ane la liga se volvió un imperio; el símbolo de tal cambio fue que se trasladaron los órganos de dirección y el tesoro de la isla de Delos a Atenas. A partir de ese año la pertenencia a la liga era obligatoria. Las aportaciones se redujeron a dinero y todas las naves las ponía Atenas, que fue llamada, de manera significativa, por algunos contemporáneos “ciudad tirana”. En los debates internos entre mayorías y minorías, Atenas inclinaba siempre la balanza hacía las primeras. Esta costumbre de intervenir en los asuntos internos de otras polis le ganó también la mencionada reputación.
Este es el momento de mayor brillo de Atenas. El estado prosperó de manera nunca antes vista, y alcanzó la fama y la fuerza que ninguna otra polis helénica se había atrevido siquiera a soñar. El mayor de sus orgullos consistía en ser “escuela de toda la Hélade”. Esta frase se le atribuye a Perícles, nombre que se asocia inevitablemente con este período. El siglo V ane se denomina, de hecho, siglo de Perícles y es considerado el siglo dorado de la cultura griega. A pesar de los reveses que luego sufriría la polis su fama nunca se extinguió por completo. Durante dos siglos Atenas resplandeció por sus artistas, científicos y filósofos. Pocas figuras importantes del mundo cultural griego carecieron de algún vínculo con esta ciudad.
En el año 431 ane estalló la guerra del Peloponeso. A esta guerra se vieron arrastrados casi todos los estados griegos. De una forma u otra intervinieron en las batallas casi todas las polis del mundo helénico. Esta guerra, de proporciones nunca vistas y con posibilidades para desarrollar estrategias militares sin precedentes, era algo totalmente nuevo en la Hélade y sometió a dura prueba a todas las partes. En el 421 ane se firmó una paz que duró muy poco. Se ha dicho que esa paz equivalía para los atenienses a una victoria, pues sus enemigos no habían logrado nada de lo que se habían propuesto. Más tarde se encendió la guerra de nuevo. En el 415 ane los atenienses se propusieron la conquista de Sicilia, operación que acabó en un completo desastre. Esa se considera la derrota definitiva de la democracia ateniense, a pesar de que la guerra se extendió otros nueve años. En el año 411 ane los oligarcas dieron un golpe de estado. Pero se mantuvieron muy poco tiempo en el poder (pues no pudieron soportar la prueba de la guerra) y la democracia fue nuevamente restablecida. La guerra del Peloponeso acabó en el 404 ane. Apoyados por los espartanos, los oligarcas volvieron al poder. Fueron conocidos como los treinta tiranos, y su gobierno duró tan sólo unos meses. En lo adelante no se volvió a hablar de oligarquía en Atenas. La condición de más importancia impuesta por los espartanos fue que el imperio se disolviera. Esto representó un desastre para toda Grecia, pues se eliminó la única posibilidad existente de unidad política. A partir del siglo IV ane se inicia la decadencia de la ciudad estado, y el vacío de poder fue una situación permanente en Grecia. La solución final fue dada por Macedonia y su rey Filipo II en el año 338 ane.
Este breve recorrido por la historia de Grecia antigua nos sirve para acercarnos al tema que realmente nos ocupa: la formación política denominada democracia esclavista en su forma concreta real en Atenas durante el siglo V ane. Antes de llegar a ese punto, abordaremos primero la definición de polis. En su sentido clásico significa “un estado autónomo, que se gobierna a sí mismo”. La palabra polis no designaba una forma de gobierno determinada – nada importaba que fuera una tiranía o democracia. Aunque el uso de la palabra era bastante libre, nunca pasó de ciertos límites su significado. Cuando más extensión alcanzó, llegó a significar cualquier comunidad griega independiente o que hubiera perdido la independencia por algún tiempo. La polis no era un lugar físico, no era las extensiones de tierra y mar que rodeaban a la ciudad, “era en su esencia, el conjunto del pueblo actuando de común acuerdo y necesitado, por lo mismo, de un lugar para reunirse en asamblea para discutir y buscar soluciones a los problemas que se presentasen“[128] Esta definición la deduce el autor de palabras de Aristóteles y se ajusta a las necesidades de este trabajo.
Los oligarcas se veían obligados a sostener los deberes públicos del Estado. Entre estos se contaban la asistencia social, la ocupación de los desempleados, la regulación del precio del trigo, etc. “A pesar de que la doctrina política de la polis democrática postulaba la isonomia o igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, en la práctica desconfiaba del oligarca e imponía a los grandes propietarios y a los caballeros cargas públicas muy fuertes denominadas liturgias.”[129] La polis era, además, una comunidad donde abundaban los elitismos. Si no se había nacido en ella, era casi imposible entrar a formar parte de la misma. Los esclavos y extranjeros no pertenecían a la polis, aunque pasaran toda su vida en el seno de la misma. El poder de la polis griega era total. Era fuente de todos los derechos y obligaciones, y su autoridad invadía todas las esferas de la vida del individuo. Ahora bien, ¿cómo es posible que se hable de libertad entre los griegos, si el poder del estado era tan fuerte? Pues la respuesta se encuentra en la ley. La ley por la cual se había luchado contra las aspiraciones de la nobleza al poder, y contra la inmoderación de los tiranos. El hecho de que la comunidad fuera la única fuente de la ley era una garantía de libertad.
Ahora podemos iniciar el análisis de la democracia ateniense y de sus órganos. Lo primero que notamos es que debido al bajo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, el nivel de vida material era muy bajo. Muchos de los ciudadanos de Atenas no rebasaron nunca el nivel mínimo indispensable para seguir con vida. Las diferencias entre ricos y pobres eran abismales, y sin embargo la ciudad se vio libre de revueltas por mucho tiempo. No sólo no lucharon contra el gobierno, sino que hasta los más pobres participaron en el mismo, pues la clave de la democracia ateniense era precisamente la participación en el gobierno. Dentro de la asamblea, cuyo poderío era en esencia total, cada ciudadano mayor de dieciocho años (a menos que, sancionado por algún delito, hubiera perdido sus derechos) tenía derecho a asistir cuantas veces quisiera, discutir los asuntos de gobierno, proponer soluciones y votar. Es muy probable que grandes masas de campesinos no estuvieran representadas, ya que las asambleas tenían lugar cerca de la ciudad. Las mujeres no tenían acceso a las asambleas, aunque es verosímil que ejercieran cierta influencia desde las alcobas. Los extranjeros y, por supuesto, los esclavos, no tenían ningún representante en las asambleas. El eje alrededor del cual giraba el mecanismo era la elección fortuita de los cargos y la paga por el desempeño en los mismos. Esto permitía por un lado la igualdad de oportunidades y que los pobres pudieran participar en el gobierno.
La asamblea se reunía con bastante frecuencia, entre tres o cuatro veces en el mes. Los hombres que estaban reunidos en la misma se consideraban todo el demos, aunque no fueran siquiera la mitad, y las decisiones que se adoptaban en la sesión eran definitivas. Por lo general, casi todos los asuntos se resolvían en solo día, en el que se discutía y se votaba. La asamblea era un mitin, una concentración de masas, y por lo tanto, para dirigirse a las mismas hacía falta la oratoria. Los discursos en la asamblea son un importante elemento; todo el que quisiera hacerse oír necesitaba exponer sus razones y defenderlas. Si lograba el éxito, sus opiniones eran preferidas sobre las de su rival, y sólo en tanto la asamblea sancionara su programa era dirigente el político. Los problemas políticos de Atenas se complicaron notablemente en el siglo V ane. Para esa época, dicha ciudad estado, tenía un complicado sistema fiscal, naval y diplomático. Es lógico que los hombres comunes no supieran como solucionar estos asuntos, que requerían de bastantes conocimientos. Se necesitaba, además, de figuras que llevaran a cabo políticas de largo plazo y coordinaran la acción de todos los que participaban de manera temporal en el gobierno. Estos hombres, durante el siglo V ane, fueron mayoritariamente los que poseían grandes extensiones de tierra o algunos negocios que les permitieran vivir de las rentas. Esto les posibilitaba dedicarse a la política a tiempo completo. Después de la muerte de Perícles, irrumpieron en la asamblea avasalladoramente políticos deshonestos y demagogos, que abusando de la retórica perseguían fines egoístas. Este defecto del sistema ha sido duramente criticado, pero se olvida con frecuencia que tampoco faltaron hombres de las más altas condiciones en la escena política de Atenas.
Todos estos cambios históricos en las relaciones sociales provocaron un viraje radical en la historia del pensamiento, pues una verdadera revolución filosófica agitó el mundo intelectual de Atenas en el siglo V ane. No puedo ahondar más en este aspecto de la cuestión que me ocupa. Desplegar el contenido implícito en la afirmación que abre el párrafo, es tarea que sobrepasa las limitaciones de este trabajo. Descubrir las mediaciones necesarias para explicar coherentemente, la conexión que existe entre la realidad histórica y la filosofía, es un tema suficientemente arduo como para requerir toda una tesis. Sólo puedo, en concordancia con la anterior reflexión, dejar aquí plasmada la necesaria relación entre ambas entidades. Dicho esto, demos paso, pues, al tema fundamental de mi esfuerzo.
"Las leyes son semejantes a las telas de araña; detienen a lo débil y ligero y son deshechas por lo fuerte y poderoso."
Solón (630 - 560 AC)
[128] Finley, M.I., “Los Griegos de la Antiguedad”, La Habana 1973.Pag. 47
[129] Roa, Raúl, “Historia de las Doctrinas Sociales”, , Pag. 66.