Capitulo I.2

LOS FILÓSOFOS DE ITALIA

May 05, 2025
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Pasemos ahora a ocuparnos de los pitagóricos. Esta escuela tiene mucha importancia en el presente trabajo. Antes que todo, es muy importante aclarar el lugar que ocupaban en la sociedad los pitagóricos, pues este aspecto será relevante cuando trate sobre sus ideas. Según los pocos datos históricos que poseemos, parece que fueron representantes de la nueva clase de los comerciantes. La introducción de la moneda durante el periodo de gobierno pitagórico, sustenta esta hipótesis. Por otra parte, no pertenecían a la nobleza. Eran hombres del pueblo que arrebataron el poder a la nobleza terrateniente, y estaban dedicados a la producción mercantil o al comercio, formando parte de una nueva clase.

La posición social de los pitagóricos explica la influencia que tuvo sobre ellos el orfismo y la forma en que asimilaron la filosofía del Asia Menor. George Thomson nos ha dejado un brillante análisis sobre el tema. El orfismo y el pitagorismo vieron la luz en la península itálica. Esto se debe a que en aquella región los griegos estaban en contacto directo con otros pueblos que conservaban intactas las instituciones tribales. “A diferencia de los jonios, cuya visión era predominantemente secular y racional, estos occidentales se distinguían por el molde religioso de su pensamiento y por su fe en la profecía y en los milagros”[64] Pitágoras en especial se encontraba en una situación privilegiada para efectuar la síntesis. Era “un jonio que se había establecido en Italia y (...) por nacimiento y educación pertenecía a la nueva clase media”[65] O sea, habiendo asimilado la tradición filosófica jonia, podía mezclarla con la popular, que también había aprehendido. Aunque la influencia órfica es notable en la filosofía de Pitágoras, hay, así mismo, diferencias evidentes. Por otra parte, esta influencia no le resta originalidad a la escuela pitagórica, pues logró construir un sistema de ideas novedoso que expresa la visión del mundo y el hombre, que tenia la nueva clase.

Es una pena no poder dedicarle mayor espacio al orfismo, dado el objeto que persigue este trabajo. No obstante, es preciso señalar un par de ideas importantes de este movimiento religioso que influyeron en la filosofía griega ulterior. En primer lugar, la idea del alma inmortal que se separa del cuerpo a la hora de la muerte y se enfrenta a una especie de juicio. Según George Thomson, el idealismo brota de la concepción del mundo que el orfismo tenia, pues, en oposición a los milesios, el movimiento religioso objetivó al hombre independientemente de la naturaleza. En segundo lugar, según Werner Jaeger, la responsabilidad ética proviene (aunque no exclusivamente) de la idea de la pureza religiosa, o sea, de la esfera ritual. Esta idea se extiende al mundo moral.

Volvamos a la escuela pitagórica. Los pitagóricos desarrollaron el dualismo que se hallaba implícito en el orfismo. Los pitagóricos tenían diez parejas de opuestos (el número diez, resultado de la suma de los cuatro primeros enteros, era considerado perfecto y sagrado) y cada una de estas parejas reproducía la lucha entre el alma y el cuerpo de la religión órfica. Los pitagóricos entendían, o al menos así parece, la relación alma-cuerpo de la misma manera, donde la primera es buena y el segundo malo. El par de opuestos más importantes son: “lo limitado o lo bueno y lo ilimitado o lo malo. Este par antagónico es el origen de todas las cosas, correspondiendo a la “sustancia primera” - el agua, lo ilimitado, el aire- de la escuela milesia.”[66] Aquí se encuentra la tradición filosófica actuando. No debe ser simple coincidencia que lo ilimitado, la sustancia primordial de Anaximandro, aparezca en el par fundamental. Pero aquí no acaban las “coincidencias”. El mundo y el mapa de Anaximandro tenían su base en estrictas relaciones matemáticas, mientras que la sustancia primera de Pitágoras era el número. La pareja fundamental representa el número en sus dos aspectos fundamentales, par e impar. El fundamento mismo del cosmos todo, es el número y sus relaciones.

No se trata del punto de vista de la ciencia moderna, ni mucho menos. Los números no representan simples cantidades. Están, por decirlo de alguna forma que quizás no resulte la mejor, permeados de cualidad. “La diversidad de los números representa la esencia cualitativa de cosas completamente heterogéneas: el cielo, el matrimonio, la justicia, el kairos, etcétera. (...) el concepto de número de los griegos contenía originariamente aquel momento cualitativo y que sólo gradualmente se llegó a la abstracción de lo puramente cuantitativo”[67] La identificación del elemento primario con el número, revela claramente el punto de vista de la clase comerciante; pues el comercio griego, si hoy nos parece ínfimo, en aquellos días era de escala gloriosa. El dinero y su fuerza penetraron en la mente de los filósofos de aquellos días, llevando a la teoría las ideas provenientes de una producción orientada a los valores de cambio. También en la lista de parejas se puede ver el resultado de la división de la sociedad en clases antagónicas. Desgraciadamente en un trabajo como este dedicado a la ética, no hay suficiente espacio para profundizar en este tema.

Ahora le dedicaremos atención a una idea central en el sistema de Pitágoras. Tiene capital importancia, pues la encontraremos andando el tiempo en Platón y luego en Aristóteles. Es la primera vez que se formula filosóficamente la idea de la armonía (o el equilibrio o la medida, como también se le llamó), que tuvo gran repercusión en el curso posterior de las ideas morales. “La armonía expresa la relación de las partes al todo. En ella se halla implícito el concepto matemático de proporción, que en el pensamiento griego se presenta en forma geométrica e intuitiva. La armonía del mundo es un concepto complejo, en el cual se hallan comprendidos lo mismo la representación de la bella concordancia de los sonidos en el sentido musical, que la del rigor de los números, la regularidad geométrica y la articulación tectónica. Es incalculable la influencia de la idea de la armonía en todos los aspectos de la vida griega de los tiempos posteriores. Abraza la arquitectura, la poesía y la retórica, la religión y la ética. En todas partes aparece la conciencia de que existe en la acción práctica del hombre una norma de lo proporcionado, que, como la del derecho, no puede ser transgredida con impunidad”[68] La armonía ponía en concordia a los opuestos: “(...) el conflicto de los opuestos se resolvía mediante su mutua interpenetración, de la cual emergía una unidad orgánica. “[69] Esta concordia refleja una vez más el punto de vista de la nueva clase comerciante. En medio de la lucha de terratenientes y campesinos, la nueva clase adquiere el poder e impone la democracia, que pretende resolver la lucha y lograr la concordia. Esta armonía entonces se presenta como la fundamentación del cosmos. Está sosteniendo al universo, porque las partes de este ultimo forman la armonía que evita la disolución. O como nos dice el mismo Pitágoras: “todas las cosas existen por armonía”[70].

Fue Pitágoras el primero que usó la palabra “filósofo”. Diógenes Laercio nos cuenta el caso: “En cuanto al nombre, Pitágoras fue el primero que se le impuso llamándose Filósofo, (...) “Ninguno de los hombres, dijo Pitágoras, es sabio: lo es sólo Dios. “[71] El filósofo se acerca progresivamente a la verdad, la busca constantemente, pero nunca logra poseerla. Por eso no es un sabio, sino tan sólo un amante de la verdad. Según Abbagnano se puede rastrear la tradición que contiene esta anécdota hasta un doxógrafo pitagórico. De donde deduce que no se le debe dar crédito a la misma. Esta cuestión es sin lugar a dudas problemática. La palabra filósofo aparece en las fuentes por primera vez con Heráclito, al que le correspondería el mérito de haberla inventado. Es difícil dar una respuesta tajante y final en este asunto, por lo que guardaremos reserva en el mismo.

Para Pitágoras la filosofía no era un oficio, como lo sería en la época moderna. Su vida estaba inevitablemente unida a su actividad filosófica, de forma que vivir y filosofar eran lo mismo. Testimonio de esa actitud son las líneas que transcribo: “habiéndole preguntado León, tirano de los fliasios, quién era, dijo: “Filósofo”. Y que comparaba la vida humana a un concurso festivo de todas gentes; pues así como unos vienen a él a luchar, otros a comprar y vender, y otros, que son los mejores, a ver; también en la vida unos nacen esclavos de la gloria, otros cazadores de hombres, y otros filósofos, amantes de la virtud.”[72] La última frase es una magnífica pieza, pues se identifica la investigación con la posesión de virtudes. Esto delata hasta qué punto la filosofía de Pitágoras tenía vínculos con el mundo moral del hombre. Pero no se puede deducir de la cita, que Pitágoras mantuviera una actitud puramente contemplativa, como sí era el caso de otros filósofos - al menos hasta donde sabemos. En una carta a Anaximandro le dice: “No es bien estar siempre discurriendo de los astros; importa más tomarse cuidado de la patria.”[73] Frase que concuerda con su activa participación en la política.

De los pitagóricos nos ha quedado buen número de frases de contenido moral. Con éstas podemos intentar reconstruir sus enseñanzas morales. Es verosímil que los pitagóricos ordenaran el saber moral alrededor del concepto de armonía. Como dice George Thomson: “La aplicación de este principio a la ética parece haber sido una característica central de la enseñanza de los primeros pitagóricos, porque todos sus estudios teóricos - cosmología, matemáticas, música, medicina- se hacían con el objetivo práctico de crear una regla de vida que les pudiese asegurar el bienestar de sus almas.”[74] Hay una frase en el texto de Diógenes Laercio que viene a confirmar todo esto: “Que la virtud es armonía, lo es la salud, lo es toda cosa buena y lo es también Dios, y aún todas las cosas existen por la armonía. Que la amistad es una igualdad armónica”[75] Otra frase reafirma lo anterior: “Reprueba la intemperancia diciendo que nadie debe excederse de la justa medida en bebidas y comidas”[76] Nos parece que tanto en su forma de vida como en su enseñanza, si hemos de darle crédito a Diógenes Laercio, criticó los excesos y extremos. El gran descubrimiento de los pitagóricos, la idea de la armonía, se plasmó como medida en la ética. Este ideal recorrería un largo camino en la filosofía antigua. Desde que surge se asocia a la ética, como se ve, y seguirá influyendo en las concepciones éticas hasta el fin de la antigüedad.

Según Werner Jaeger, la idea de responsabilidad desde el punto de vista moral tiene dos orígenes. Por un lado, la responsabilidad ante el Estado y la ley que nos llevaría a Solón. Por otro, la doctrina órfica de la pureza. Parece que el primer filósofo que intentó conceptualizar la idea de la responsabilidad fue Pitágoras. La palabra “conceptualizar” quizás parezca excesiva a algunos, y no sin razón. Pero el mérito que no se le puede negar, es que fue el primero que tuvo en cuenta este aspecto en la ética. El testimonio de Diógenes Laercio puede citarse en sostén de lo anterior: “Dícese que siempre estaba exhortando a sus discípulos a que cada vez que volviesen a casa dijesen: ¿Dónde fui? ¿Dónde estuve? ¿Qué cosas practiqué que no debiera?”[77] Se trata por lo tanto de auto-mejoramiento. Aquí está otra vez, asomándose confusa en el escenario de la filosofía, la autorregulación moral, idea que luego cobrará fuerza con Sócrates y Demócrito.

También es un paso en el descubrimiento del cosmos interno, o en su dirección al menos. El comportamiento del hombre se relaciona con la armonía que rige todo el cosmos. Esto es natural, pues la teoría estaba poco desarrollada y la ética no se había separado como un saber autónomo, de forma que el mundo humano y el universo se regían por el mismo “juego de reglas”. El hecho de que el hombre pueda auto-mejorarse, lo hace un poco independiente de estas leyes universales, que el cosmos no puede quebrar pero él sí. Aquí se abre una pequeña brecha para el descubrimiento del mundo interior y su investigación. También está en germen la idea de la libertad y las paradojas asociadas a la misma. ¿Cómo puede el hombre ser libre en un universo regido por leyes férreas? Pero esto está aún lejos en el horizonte: con Demócrito se abordará este problema de forma más extensa.

Con respecto a la amistad nos dejó algunas máximas. La definición que hace de este vínculo humano es la siguiente: “Que la amistad es una igualdad armónica”[78] Se nos cuenta que las conversaciones que recomendaba sostener, eran aquellas que nos ganaran amigos y no enemigos. Hay otra frase reveladora: “Fue el primero que dijo, como asegura Timeo, que “entre los amigos todas las cosas son comunes”; y que la amistad es una igualdad”[79] Esto nos lleva de golpe a otro aspecto de la filosofía de Pitágoras. Él organizó a sus discípulos en hermandades, unas sectas parecidas a las órficas. Como en éstas, había que pasar un rito de iniciación, descrito unos renglones más abajo en la misma fuente citada. Pitágoras usaba una serie de símbolos para resumir de manera abreviada sus ideas morales. Quizás se tratase simplemente de recursos mnemotécnicos, pero en el orfismo hay una costumbre parecida. Se hacía “compañero y amigo” de aquellos hombres que seguían esas normas como él. Algunos ejemplos de esas normas y símbolos son: “Por no herir el fuego con la espada quería significar que no se ha de incitar la ira e indignación de los poderosos. No pasar por encima de la balanza, esto es, no traspasar la igualdad y justicia. No estar sentado sobre el cheniche es tener igual cuidado de lo presente que de lo futuro; pues un cheniche es un alimento para un día. Por el no comer corazón expresaba que no se ha de atormentar el ánimo con angustias y dolores. Por lo de no volver el que se ausenta exhortaba a que los que han de partir de esta vida, no estén desordenadamente pegados a ella, ni entregados a sus deleites.”[80]

De la religión órfica también procede el ascetismo que aparece entre sus consejos. Al igual que el orfismo exigía a sus iniciados para mantener la pureza, una serie de renunciaciones. Pitágoras recomendaba el ascetismo en algunos aspectos de la vida. Por ejemplo: “De las cosas venéreas habla en esta forma: “De la venus se ha de usar en invierno, no en verano: en otoño y primavera más ligeramente; pero en todo tiempo es cosa gravosa y nada buena a la salud”. Y aún preguntado una vez cuándo convenía usarla, dijo: “Cuando quieras debilitarte a ti mismo”[81] En la filosofía antigua este consejo se repite varias veces. Salvo un par de pensadores, todos los demás apartan la sexualidad de sus vidas. Otro aspecto del ascetismo pitagórico es su negativa a consumir carnes: “pues este estuvo tan lejos de permitir se comiesen animales, como que prohibió el matarlos, juzgando tienen el alma común a la nuestra. Esto es muy verosímil. Lo cierto es que mandó abstenerse de las cosas animadas, ejercitando y acostumbrando los hombres a la simplicidad de manjares, a fin de que tuviesen en todos tiempos la comida aderezada y a punto, comiendo sólo cosas que no necesitan lumbre, y bebiendo agua; porque de ello dimana la salud corporal y la agudeza del ingenio.”[82]

Alguna vez se molestó mucho porque un hombre golpeaba a un perro, y dijo que aquel animal podía ser un hombre reencarnado. Es probable que la transmigración sea la explicación para la frase, algo enigmática: “tienen alma común a la nuestra” Este mito de la transmigración requiere la separación del alma del cuerpo y la existencia de la primera por sí misma. Este fue uno de los aportes del orfismo a la filosofía, como ya se mencionó más arriba. Aquí se plasma, en la moral, esta influencia. En la página 209 se puede leer: “Que no se han de arrancar ni destruir las plantas buenas, ni hacer daño a los animales que no son nocivos”[83] El amor por los animales y plantas, de este pensador fue sin dudas singular, ¿será el primer ecologista de la historia humana?

Abordemos ahora otra escuela presocrática, la que tuvo su asiento en Elea. El fundador de la misma es Parménides. Este pensador es una figura clave en la historia de la filosofía. Por esta razón se hace referencia al mismo, aunque en la historia de la ética apenas hay razón para mencionarlo. Tanto Parménides como sus discípulos luego, quedaron deslumbrados por un grupo de ideas, y dedicaron sus vidas a enseñarlas y polemizar contra otras escuelas. Nunca avanzaron mucho más allá de lo que el fundador de la escuela había logrado, ni extendieron a otros campos su búsqueda. Las ideas que sostenían eran, no obstante, por su relieve merecedoras de tal dedicación. En la filosofía antigua faltaría un peldaño si no se hubieran expuesto y defendido con tal pasión. Por ello y para mantener cierta continuidad en mi exposición, voy a tratar sobre la escuela Eleática, a través de su figura más representativa: Parménides.

De este pensador nos ha quedado un poema donde están expuestas sus ideas filosóficas fundamentales. Después de una introducción, que tiene clara influencia religiosa, siguen dos partes: el camino de la verdad, y el camino de la apariencia. Esta imagen metafórica del camino a seguir para conocer, tiene implícita la idea del método. Es este filósofo el primero que se plantea el problema metodológico. Por supuesto, él se encontraba muy lejos de verlo con toda claridad y menos aun en estos términos. No obstante, es una aproximación obvia al concepto de método cuando se pregunta cuál camino se debe seguir, el de la percepción o el del pensamiento. Aquí se establece una distinción que perdurará en la filosofía antigua. Lo que se conoce por los sentidos es “doxa” u opinión, lo que se conoce por medio del entendimiento es la verdad. El camino de la apariencia está ligado al primer término, o sea, a la opinión. En éste se acepta la evidencia de los sentidos. Las respuestas que se dan en este camino son tan sólo probables. Son, por así decirlo, las mejores respuestas, las más plausibles. Pero no pueden, bajo ninguna condición, ser consideradas ciertas, ya que se rigen por la apariencia de los fenómenos y no por la razón. Es una etapa preparatoria para el camino de la verdad. En esta primera etapa se acepta que el universo está compuesto de dos sustancias contrarias e incompatibles: luz y oscuridad. La diosa de la necesidad está en el centro, y gobierna el universo. En el lenguaje mitológico de la época, el camino de la verdad se abre cuando se traspasa el portal del día y la noche. Entonces se ve que la diosa de la necesidad era en realidad diké (diosa de la justicia) y que el mundo no es dual, sino que solo existe la luz - o el ser.

No hay que ser demasiado perspicaz para notar a diké, y constatar la influencia de la filosofía jónica y las ideas tribales. Según Werner Jaeger esta idea proviene de Anaximandro, lo cual es muy probable. La diferencia radical es que mientras en el sistema de Anaximandro la diké se manifiesta en el devenir, y fundamenta al mundo en este constante fluir, en el pensamiento de Parménides la diké mantiene al ser apartado del devenir, cumpliendo así la función opuesta. Este cambio se debe a una transformación radical en la cosmovisión, en el cual las ideas tribales sobre el movimiento son abandonadas. “Es la obra de Parménides, con todo, la que señala el surgimiento de lo que es nuevo y progresista en el pensamiento antiguo: el momento en que las cadenas ideológicas de la sociedad primitiva fueron rotas”[84]

El poema niega que a la verdad se pueda acceder por otra vía que no sea la de la razón, y niega así mismo el dualismo pitagórico implícito en la concepción de la luz y la oscuridad. ¿Que propone Parménides entonces? En lugar de la primera sustancia pone al ser. ¡Gran paso en el proceso de abstracción progresivo que constituye la médula de todo el periodo presocrático! El ser es aquello que queda después que se eliminan todas las cualidades del mundo. “A medida que pasamos de Tales a Anaximandro y Anaxímenes, de los milesios a los pitagóricos y a Heráclito y, finalmente, a Parménides, vemos que el concepto de materia se hace progresivamente menos cualitativo y concreto, hasta que Parménides nos presenta una abstracción pura, intemporal y absoluta. El Uno de Parménides representa el primer intento de formular la idea de “sustancia””[85] Esta idea es un producto de la nueva forma de pensar, que tiene su raíz en las relaciones sociales que derivan de la economía dineraria. Pues el ente abstracto es el elemento que iguala todos los objetos, por estar presente en todos. Surge con la imposición gradual a la filosofía de categorías derivadas de la producción de mercancías: es la proyección del valor.

Al ser se opone el no-ser. En esta oposición Parménides intuye, más que expresa, la ley de la contradicción. A este pensador se le ha considerado el padre de la lógica, y esta afirmación, un tanto exagerada, no carece de sentido. Como dice Werner Jaeger: “Al lado de la filosofía natural de los jonios y de las especulaciones pitagóricas sobre los números, aparece con él una nueva forma fundamental del pensamiento griego, cuya importancia traspasa los límites de la filosofía para penetrar profundamente en la totalidad de la vida espiritual: la lógica.”[86] En efecto, en su poema Parménides desarrolla una serie de juicios lógicamente relacionados, que si bien no explican las leyes de la lógica como los tratados suelen hacerlo, son cuando menos, una significativa demostración práctica de las mismas.

Gran parte del poema está dedicada a la búsqueda de los atributos del ser. Este es uno de los problemas del pensamiento puro, después que se han desarrollado las formas se necesita hallar contenido para llenarlas. Parménides encuentra estos atributos en la critica a la filosofía anterior, en el análisis riguroso de los presupuestos y soluciones de la filosofía jónica y pitagórica. El ser es intemporal, no posee pasado ni futuro, existe por completo en el presente. Esta elaboración de la eternidad, como presente constante, se diferencia del concepto común que la entiende como suma del pasado, presente y futuro. La forma en que Parménides expresa la eternidad es muy superior a esta noción cuantitativa o aditiva. Como diría Russel, la infinitud se da de una vez por definición, no como termino final de un proceso enumerativo ¿Se ve el absurdo de hacer termino final, de un proceso que no tiene fin, a la eternidad?

El ser carece de movimiento. En su polémica contra los filósofos que aceptaban el movimiento, los eleatas desplegaron mucho ingenio. Zenón, por ejemplo, expuso sus aporías que aún en la actualidad son desconcertantes. El ser es indivisible e invariable. Se niega así todo devenir de manera definitiva. Es además limitado. La comparación que del ser se hace con una esfera, se debe a que esta figura geométrica es limitada, aunque carece de principio y de fin. La esfera era considerada además la figura perfecta en la cultura griega, y es posible que esto entrara entre las razones para hacer ese símil.

Los eleatas caracterizaron con su lenguaje toda una época del pensamiento. La filosofía antigua después de ellos tiene incesantes apelaciones al ser. Las paradojas producidas por estos hombres, fueron también fecundo semillero de reflexiones. Los problemas que presentaron al pensamiento antiguo marcan toda la historia posterior del mismo; al punto, de que si no se entiende a esta escuela, se corre el riesgo de no poder penetrar el sentido de la filosofía griega. En especial, la negación del movimiento y de la pluralidad son cuestiones teóricas que marcaron a los filósofos que analizamos en el próximo epígrafe.

"Ayuda a tus semejantes a levantar su carga, pero no te consideres obligado a llevársela."
Pitágoras de Samos (570 - 490 AC)

[64] Thomson, George, "Los Primeros Filósofos", Edit. Edición Revolucionaria, Instituto del Libro, La Habana 1968. Pag. 307.

[65] Ibídem. Pag. 308.

[66] Ibídem. Pag. 314.

[67] Jaeger, Werner, "Paideia los Ideales de la Cultura Griega", La Habana 1971. Pags. 161 y 162.

[68] Ibídem. Pag. 163.

[69] Thomson, George, "Los Primeros Filósofos", Edit. Edición Revolucionaria, Instituto del Libro, La Habana 1968. Pag. 318.

[70] Laercio, Diógenes, "Vidas de los Filósofos más Ilustres", La Habana 1990. Pag. 211.

[71] Ibídem. Pag. 11.

[72] Ibídem Pag. 206.

[73] Ibídem Pag. 215.

[74] Thomson, George, "Los Primeros Filósofos", Edit. Edición Revolucionaria, Instituto del Libro, La Habana 1968.Pag. 323.

[75] Laercio, Diógenes, "Vidas de los Filósofos más Ilustres", La Habana 1990. Pag. 211.

[76] Ibídem. Pag. 206.

[77] Ibídem. Pag. 209.

[78] Ibídem. Pag. 211.

[79] Ibídem. Pag. 207.

[80] Ibídem. Pag. 208.

[81] Ibídem. Pag. 206.

[82] Ibídem. Pag. 207.

[83] Ibídem Pag. 209.

[84] Thomson, George, "Los Primeros Filósofos", Edit. Edición Revolucionaria, Instituto del Libro, La Habana 1968. Pag. 363

[85] Ibídem. Pag. 364.

[86] Jaeger, Werner, "Paideia los Ideales de la Cultura Griega", La Habana 1971. Pag. 172.

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